miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA CONFESION


Esta… esta es una revelación de esas bien intensas, en donde una jovencita no sabe si cometió una tentación, un pecado o un poco de las 2.
Yo soy Luna, tengo 15 años y confieso  que tuve relaciones sexuales (que constan de 4 etapas: excitación, meseta, orgasmo y resolución)  con alguien PROHIBIDO. Él y yo fuimos a una fiesta, en donde hubo de todo, ya saben baile, alcohol, tabaco y drogas… Él consumió alcohol y  marihuana (droga psicoanaléptica) lo cual como efecto le produjo alucinaciones, por mi parte solo tomé alcohol (líquido incoloro y volátil presente en bebidas fermentadas como cerveza y vinos), ya andábamos mal y optamos por salirnos. Fuimos a su casa y pues ahí fue donde sucedió todo… empezó el cachondeo y de repente sentí su pene (órgano externo del a.r.m. compuesto de raíz, cuerpo y glande) dentro de mi vagina (orificio por el que el hombre introduce su pene en estado de erección durante el coito y uno de los centros de placer de la mujer), no pude llegar al orgasmo (fase más breve del ciclo que dura sólo unos segundos con la combinación intensa de sensaciones muy placenteras), pues aunque él llegó a mi clítoris (órgano de tejido eréctil cubierto por el prepucio) me di cuenta que él sufría de una eyaculación precoz (dificultad de controlar la  eyaculación durante el acto sexual) por lo cual digamos me quedé con las ganas. Días después yo esperaba como cada mes mi menstruación (ocurre cuando la superficie del endometrio se rompe y se convierte en un fluido de sangre, viajando desde el interior del útero hasta la vagina para poder salir) pasaron 1, 2 semanas y no llegaba… yo estaba demasiado preocupada pues pensé o tengo una amenorrea (supresión del flujo menstrual) o estoy embarazada (implantación en el útero del óvulo fecundado),  ya que no usamos métodos anticonceptivos (los cuales impiden la fecundación del óvulo) por lo que decidí hacerme una prueba, salí de dudas al ver que dio negativo, aún así no iba a estar tranquila hasta que llegara mi periodo; y un día….. Llegó. Fue un alivio ver que todo había salido “bien”, sin embargo aprendí una gran lección, pues aparte de que estaba ebria, ÉL era mi primo.